Por Armando de la Torre
¡Quiero felicitar a todos los guatemaltecos de buena voluntad!
Guatemala avanza, progresa, madura, y aceleradamente, por lo menos más rápido y con más efectividad que la gran mayoría de los países que suele calificarse muy simplonamente de “subdesarrollados”.
Nuestro PIB, a pesar de todo lo que vemos y oímos, crece a un promedio de más del 4% anual.
Vivimos una coyuntura feliz, aunque muchos la lloren, porque el fondo de lo que ocurre, y no su superficie, nos promete un más sólido porvenir. Ciertamente, no es lo que más oigo en la calle; tampoco lo que leo en los medios masivos de comunicación. Sin embargo, es de lo que estoy más seguro.
Las manifestaciones multitudinarias, por ejemplo, han sido modelos para todo el mundo de movimientos de masas civilizados. Y el debate nacional que las ha acompañado, se ha desarrollado con mucha más visión realista de lo acostumbrado. Y en el han descollado jóvenes analistas de muy variada prosapia que constituirían el orgullo de cualquier generación en cualquiera país.
El resto hemos permanecidos en nuestras pacíficas labores, ajenos al ruido desagradable de los habituales grupúsculos de vividores arrimados a las ubres que les dispensan euros y dólares a granel. Y así, las elecciones del 6 de septiembre podrían ser las más conscientes y cívicamente motivadas dentro del esquema vigente desde la promulgación de la Constitución de 1985.
¡Enhorabuena, Guatemala!
Compiten esta vez agrupaciones políticas recomendables como ENCUENTRO POR GUATEMALA, el PAN, VIVA o CREO. Se perfilan, además, otros candidatos diferentes por sus especializaciones laborales y su honorabilidad personal como Lizardo Sosa, Luis Fernando Pérez, Alejandro Gianmattei, Aníbal García, y, seguramente muchos más de quienes, sin culpa de nadie, no me ha llegado información confiable.
Pero a pesar de todo ello confieso que no soy imparcial. Procuro, eso sí, ser lo más objetivo que me sea posible.
Mi primera preferencia es por el partido VIVA, tan desinteresadamente liderado por Cromwell Cuestas. No conozco a la mayoría de sus integrantes, pero si, muy de cerca a su binomio presidencial integrado por Zury Ríos Sosa y Juan Luis Mirón Aguilar. Ambos inteligentes, laboriosos, decididos, probos, con una plataforma política realista y manejable. Ambos, además, ya templados al fuego de las adversidades. Encima, que entienden lo que entraña un verdadero Estado de Derecho y un libre mercado.
Dudo que Guatemala haya estado alguna vez tan dotada de talentos entre los que escoger. Es más, quizás estas elecciones sean nuestro mejor logro en todo un siglo. El proceso que conduce a ellas ha sido, como todos reconocemos, enteramente atípico, pero ciertamente muy estimulante. Por otra parte, tampoco creo que hayamos alguna vez podido confiar con más libertad en la escogencia de electores tan escarmentados como los de hoy.
La labor que nos queda por delante será ímproba, pero a la vez muy fecunda. Una oportunidad de oro con la que rara vez se tropieza un pueblo. Votar nulo sería una muestra mayúscula de irresponsabilidad ciudadana. Carpe diem, como dirían los romanos al igual que en los tiempos de su tan exitosa República.
Guatemala, como Chile en la década de los ochenta del siglo pasado, puede erigirse en un nuevo faro de luz y en paradigma para las demás naciones, con logros semejantes a los de Uribe, en Colombia, o a los del segundo mandato de Alan García, en Perú. Inclusive, más de lo logrado por ellos…
Hagamos de este proceso electoral el más concurrido de nuestra historia. No tengamos miedo alguno porque, si hemos superado nuestra historia más reciente bajo los regímenes ineptos y corruptos de Álvaro Colom y Otto Pérez Molina, podemos prometernos un futuro mucho mejor.
Una palabra sobre el insólito fenómeno “CICIG”: no quisiera que se perpetuara porque su tarea es la obligación de las autoridades guatemaltecas. Pero reconozco que don Iván Velásquez, muy a diferencia de su inmediato antecesor, Francisco Dall´Anese nos ha mostrado la entereza ética y la habilidad profesional con las que proseguir en nuestra prosecución de la justicia o, al menos, en nuestra reducción de la injusticia.
De los activistas del partido VIVA, y sólo de ellos, he oído una promesa formal de trabajar por aquellas reformas a la Constitución sometidas hace cinco años al Congreso, respaldadas por las firmas de 73 mil ciudadanos, e ilegal e ilegítimamente engavetadas por el mismo.
Sólo de ellos he oído planes de una revolución educativa apegada a la realidad nacional y económicamente factible. También sólo de ellos me han llegado planes de seguridad en las áreas rurales del país y de “hambre cero” en todos nuestros rincones más deprimidos. De ellos también me he podido formar una idea sobre su intención de sólo aprobar presupuestos equilibrados, de reducción de la deuda soberana, de estímulo a las inversiones generadoras de empleo y de combate sin cuartel a la corrupción, al contrabando y a la evasión fiscal, amén de respaldar el Poder Judicial. No menos, la restauración física de las redes de comunicaciones por tierra y la multiplicación de las fuentes de agua potable para todos.
Todo ello, teniendo en cuenta que a su llegada al poder el catorce a las catorce, habrán de hallar las arcas del erario nacional vacías y, casi seguramente, los altos precios de los productos básicos de la canasta familiar, derivados de la prolongada sequía de este año.
De lo más convincente me resultan sus planes de protección en suelo extranjero y de reincorporación en el patrio de los casi dos millones de guatemaltecos emigrados, y que a puro sudor de sus frentes nos remiten cerca de seis mil millones de dólares cada año.
Y, por supuesto, ¿qué más garantía que la honorabilidad de Alejandro Botrán, Alfonso Rodríguez Anker, de Estuardo Ligorría, de Harris Whitbeck, de Fernando García Molina, de Hugo Maúl, de Marta Altolaguirre, de Yulissa Pérez, de Alfred Kaltschmidt y de muchísimas más luces para su gestión?
Last but not least, su voluntad colectiva de independizar Guatemala de tantas ONG´S fraudulentas, de tantos “financistas” extorsionadores, de tantos diplomáticos entremetidos, de tantos “carteles” del narcotráfico, de tantos “nuevos ricos” con fortunas súbitas e inexplicables…
Ojala todos nos reunamos en apoyo de tan nobles propósitos…
De nuevo, enhorabuena.