LA COYUNTURA
Por Armando de la Torre
Guatemala continúa bajo asedio desde el extranjero, y la mayoría de los guatemaltecos no se dan por enterados. Lo que confirma que carecemos de medios masivos de comunicación que de veras informen.
Lo ha estado antes, pero en la actualidad se da ese asedio con un tremendo agravante: esta vez nadie menos que el Presidente de los Estados Unidos de América, la única super potencia en el mundo, Barack Obama, encabeza el asalto.
Con un agravante adicional que lo hace más doloroso:… a solicitud de algunos guatemaltecos.
Guatemala fue Centroamérica, hoy es un muñón de la misma. Ha resultado un Estado-Nación muy peculiar: sus diversas y contrastantes minorías no giran en torno a un aglutinante que les sea eficazmente común. Y así se han desgajado sus hojas a lo largo de su historia independiente: ¿Quién recuerda a Belice?… ¿O a Soconusco?… ¿O a los demás jirones de este corazón maya que alguna vez, bajo la corona imperial de España, compartió el protagonismo americano junto al México de los aztecas y el Perú de los incas?…
Pero lo más triste siempre, repito, por desidia de sus propios hijos.
Hoy reaparece el mismo síndrome: la “izquierda” local, siempre desconfiada, casi siempre resentida, y no menos errada, y una y otra vez fracasada en sus ideas, en su política, en sus logros intelectuales, hasta en sus iniciativas utópicamente benéficas, con raras excepciones, se empeña en hacer trizas del suelo patrio antes que reconocer sus fiascos.
Por otra parte, acaba de llegarme a las manos una investigación que revela que el Presidente Pérez Molina termina su cuatrienio con la mayor impopularidad de todos los que han ocupado la Presidencia en los últimos treinta años: el 68% de los encuestados lo rechaza.
Y que el porcentaje de los que reprueban las aspiraciones de los candidatos punteros (Baldizón, Sandra Torres, Sinibaldi) es mayor del 50%.
Un rechazo aplastante de la entera clase política que, en respuesta, opta por ignorarlo.
Triste resultado de una Constitución recibida más en su forma que en su sustancia.
Y en último análisis de la ausencia de principios de conducta justa que aparentan tener la mayoría de aspirantes a cargos de elección popular.
Por eso los electores del próximo septiembre se muestran a la espera de algo muy diferente.
Eso diferente consistiría en candidatos que no lleguen al poder ya hipotecados de antemano a algún grupo de interés económico, social o político-partidista, sino animados del solo impulso de servir y no de “salir de pobres”.
Meta difícil pero no imposible. Entre la mayoría silenciosa del pueblo y aun entre algunos grupos políticos ya constituidos, hay quienes la comparten. Sus imágenes no son todavía tan pronunciadas; ni sus trayectorias tan bien filtradas, pero, sin embargo, las poseen.
Se necesita de un catalizador que, con modestia y respeto hacia todos, nos ayude enérgicamente a salir de la pobreza y del atraso. Los hay esta vez también. Por mi parte, me permito sugerir una mujer, no un varón más, entre los igualmente merecedores. El momento ha llegado para romper con la tradición machista.
La persona de Zury Ríos Sosa reúne todas las cualidades que demandan los retos del momento. Mujer de carácter, honesta, instruida, inteligente, de conocida experiencia pública, que sabe debatir sus convicciones con firmeza, sin ataques personales ni triquiñuelas embusteras. No menos, independiente y autónoma del qué dirán.
Hija, además, de un gastado General Efraín Ríos Montt, hoy el blanco favorito de los enemigos gratuitos de fuera y de dentro de Guatemala, razón suficiente para que nos empeñemos en respaldarla con un rotundo SI.
El esbozo de sus prioridades, ya lo dije una vez, la hace una opción recomendable y diferente a las demás: por ejemplo, que a todo propietario se le otorgue el documento legal que lo legitime y le asegure su posesión del bien sin interferencia alguna. O que a todo inversionista se le garantice la seguridad jurídica para poder operar productivamente en nuestro territorio. Que se termine de una vez por todas el intercambio de favores y prebendas entre diputados que supuestamente nos representan a la hora de legislar. Que se recupere la independencia e igualdad del poder judicial de los otros dos poderes soberanos (el legislativo y el ejecutivo). Que se aumenten las erogaciones a nivel municipal, al tiempo que se disminuyen los fondos tan corrupta y abusivamente despilfarrados por los eufemístamente llamados fondos “sociales”. Que se combata con todo el rigor de la ley el contrabando, el narcotráfico y la trata de personas. Que sólo se presenten a discusión parlamentaria presupuestos equilibrados, so pena de no ser debatidos. Que se garantice la permanencia laboral de los empleados públicos que hayan ganado su cargo respectivo por oposición y no hayan sido objeto de señalamientos por corrupción o ineptitud comprobados, de acuerdo a los cánones vigentes de la ley del servicio civil. Que se respete el derecho de todos a la libre emisión del pensamiento; que se elimine todo privilegio que no cuente con la aprobación mayoritaria explícita de quienes de él no se benefician. Que se refuerce la independencia de los diferentes entes fiscalizadores del Estado, como la Contraloría de Cuentas, la Superintendencia de Administración Tributaria (SAT), la Procuraduría General de la Nación, el Ministerio Público, etc. Que se modernice y se haga más competitiva la educación pública a todos sus niveles. Otro tanto se diga de la red hospitalaria nacional y del IGSS.
Y que a todos los cargos más importantes, nos aseguremos de que sólo lleguen personas comprobadamente probas y calificadas para el cargo. Fuera, pues, el nepotismo, el clientelismo partidista y demás arreglos espurios y secretos…
Pero nada de todo ello, le he oído reiterar a doña Zury, nos será jamás asequible sin un gobierno transparente de personas inclaudicables en sus principios de conducta justa y hasta dispuestas a apoyar toda reforma a la Constitución vigente que de acuerdo a la experiencia de poco más de treinta años nos sea bien fundamentada.
Esa opción diferente, sin caudales de dinero de origen sospechoso, sin padrinos ni sindicatos, sin “promesas” incumplibles, ni maquinaria política a la espera de ser alquilada, sin ONG´s ni fundaciones del extranjero, sin red alguna de poder oculto, es posible y está a la mano en la persona de Zury Ríos Sosa.
No es la única pero sí la más aguerrida.